Si tuviera tu amor a mi alcance
ya no tendría la fuerza para escribir.
Las palabras, la angustia quemarían
en las cobijas de nuestras pequeñeces.
Nos quedaría el dolor
de ser dos en una única soledad
y aquello que me atare a tu cuerpo sería
el olor de nuestra muerte conjugada.
Yo soy mi sexo en el espacio abolido:
penetrarte hasta el estallido
no sería ya vivir:
esa línea sombría entre tus muslos
es el inasible vuelo de la verdad.
La marcha de mis manos
sobre la arena de tu piel:
¡Ah, recorrer hasta la locura
ese desierto donde se dilatan
los dos soles del desvarío!
Yo te abandono mi cuerpo
y la rabia que contiene:
la conquista de la demencia
es el traspaso de la muerte.
Encerrarnos en la carne
es adelantar la muerte
y relegarla en compañía
de nuestros movimientos rutinarios.
¿Qué es una boca
que no desgarra?
jueves, 22 de julio de 2010
"Resistir la felicidad hasta el fin", de Juan Luis Martínez
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