lunes, 1 de marzo de 2010

perros y personas

Acostumbro a mirar a los perros, a tratar de tocarlos. Me gusta hacerlo. Jamás temo que me vayan a morder o ladrar siquiera, y casi nunca pasa. Bueno, a veces si ladran, pero normalmente no. así que normalmente los saludo, los toco, les silbo o les hago algún ruido llamándoles. Y cuando vienen caminando en dirección contraria o están sentados o acostados y yo voy pasando, siempre hay una cosa al menos que voy a hacer, mirarlos a los ojos y buscar su mirada. Busco mirarlos de frente y que ellos me miren a mi. Siento que ellos se alegran cuando esto pasa, imagino que no todas las personas lo hacen, el mirarlos... Imagino que les debe gustar pasar de su existencia habitual al campo de percepción de estas creaturas raras que no tienen cola ni pelos, y que caminan en dos patas como si siempre estuviesen pidiéndole algo a algún extraño ser superior a ellos, que probablemente tenga menos patas, o que quizás ni siquiera tenga.
Con los perros puedo expresar mi sensación de unión con total libertad, igual que ellos lo hacen, y por eso es que me gustan tanto. Porque si te ven, y les agradas o les interesas, probablemente vengan y te huelan, o te muevan la cola. Incluso si estás en una plaza por la que ellos pasan o una plaza o lugar con pasto dentro de su territorio, y estás sentado en la hierba y ellos te ven y se interesan, puede que no solo se acerquen a mirarte y olerte, si no que, además, caminen muy cerca y te rocen, te muevan la cola, se te pongan casi encima sacando la lengua y miren para otro lado, dándote todo el tiempo del mundo para que les huelas –cosa que probablemente no hagas, porque eres persona y las personas guardamos el olfato exclusivamente para darnos cuenta de los malos olores o para oler ciúticamente una rosa. Y si es un perro sano, es decir que no ha tenido experiencias con personas enfermas que los hayan maltratado, probablemente hasta se echen a tu lado a descansar y mirar –los perros no piensan porque pensar es estar enfermo de los ojos. Incluso, a mi me ha pasado infinidad de veces, es posible que el perro en cuestión no solo se deje caer en el piso, si no que, además, se tire de espaldas con las patas traseras abiertas y las delanteras recogidas y casi juntas en la clásica posición de petición. O si es que estás a la altura, te laman la cara.
Es que los perros son infinitamente abiertos -no tanto como los árboles, que lo único que saben es crecer en una infinita e incesante entrega- al contrario de los seres humanos, que desde que decidieron que el mundo debía ser nombrado, se tienen que encontrar con otros seres humanos que a su vez han llamado a las mismas cosas con otros nombres y -como los hombres al igual que algunas gallinas que incapaces de poner huevos que solo saben cacarear- hablan y hablan por horas, teniendo mucho cuidado de estar de acuerdo en todo, porque si no, uno podría estar equivocado, y ese uno podría ser uno; y si el nombre que le puso uno a ese algo no es tan correcto como el nombre del otro, entonces… bueno, los hombres no saben qué hacer cuando eso pasa, de hecho no saben qué es lo que pasa cuando eso pasa, así que no saben cómo manejarlo y se frustran de no saber y por la frustración se enojan y el enojo los aprieta y tensiona tanto sus cuerpos que extienden sus extremidades tratando de liberarlas, y lo hacen con tal fuerza que usualmente golpean a quien sea que tenga un nombre distinto para la misma cosa. Y esto es algo que, en el fondo, al hombre no le gusta porque cuando hay peleas, uno gana y el otro pierde y ese otro podría ser uno, porque después de pelear, usualmente los hombres quedan confundidos sin saber exactamente quién ganó y quién perdió. Por ejemplo, el hombre lleva varios años peleando por controlar a la naturaleza, no tantos años comparado con los que lleva sobre la tierra, pero lo hace con tal fuerza y con tanta rabia acumulada -contra quién sabe qué cosa- que a estas alturas, está ganando, y en consecuencia, la tierra está perdiendo. El árbol solo sabe crecer, el planeta solo sabe girar. ¿Cuándo aprenderá el hombre a olvidar que es hombre y volverá a ser animal?

1 comentario:

Anónimo dijo...

pensar es estar enfermo de los ojos...

Pasaba por aquí y me puse a mirar.