sábado, 27 de diciembre de 2008

Esta historia sucede en el campo de Rusia. Un campo que en invierno es cubierto por completo de nieve y tragado por el silencio. Es una casa rural en la que viven dos hermanos, una mujer Natalia e Ivan. Ivan es un hombre bastante flojo, más amigo del vodka y el cigarro que del trabajo. Natalia debe encargarse de la mayoría de las cosas. Un día viene a visitarlos un primo, Andrei, quien junto a Ivan se emborrachan más allá de lo que Natalia puede soportar. Pero no discuten, el silencio reina. Entonces solo se miran con frialdad y encono. Cada día desde entonces Ivan sale a trabajar muy temprano y vuelve por la noche la mayoría de las veces ebrio. Natalia esta cada vez más sola, conversa con los perros, las vacas, las plantas y finalmente con la luna. Cada noche se queda hasta mas tarde sentada en el pasto o en la cerca mirando hacia el cielo. Los días pasan. Ivan esta cada vez más lejos de su hermana, la ve cambiar ponerse más alegre, cantar y bailar por la casa mientras cumple sus que haceres. Decide irse de viaje. Vuelve en algunos meses. Al principio no lo nota pero su hermana tiene una barriga bastante pronunciada. Nunca fue muy delgada así que al principio no lo relaciona con nada, pasa como un alza de peso. Pero la barriga sigue creciendo con una clara forma de embarazo. Ivan no sabe como manejar la situación, obviamente no hablando. Empieza a generar y guardar un rencor contra su hermana, un desprecio. Una noche Ivan está igual de borracho que de costumbre tendido en la cama junto a su hermana. Con un ojo abierto la escucha levantarse trabajosamente. Gimiendo y respirando ruidósamente. Ivan se queda quieto sin saber qué hacer. Natalia se levanta, camina arrastrando los pies por la pieza hasta salir de ella. Abre una puerta y sale al campo abierto. Bajo los rayos de la luna camina hasta que Ivan ya no puede verla ni oírla. Un par de horas después vuelev con una sonrisa deformada en el rostro y las ropas manchadas. Se recuesta y se duerme al instante. Ivan no sabe si lo que ha visto, la espera entre la entrada y salida de Natalia, y su llegada cubierta de sangre y sobretodo ese horrendo gesto en su rostro son producto de su imaginacion, el sueño o el alcohol. No sabe como manejar esa situacino asi que simplemente se duerme. Al otro día su hermana parece haber vuelto a la normalidad, ya no canta ni baila por la casa ni habla con los animales ni las plantas. Ahora se limita a silbar una misma monotona melodia cada vez que cocina. Prepara el almuerzo pero tambien pan y leche cada día. Nunca deja que Ivan los toque, los guarda en un lugar secreto que Ivan desconoce. Cada noche Ivan siente que Natalia se levanta silbando la melodía , trata de ignorarla y seguir durmiendo. Ivan es más cooperador ahora, trabaja incluso junto  Natalia en reparar los maderos que mantienen encerradas a las vacas. Comparte más tiemo con su hermana. Le parece que está más linda y madura, también contenta. Le pregunta qué le sucede. “Tengo un tesoro oculto entre las raices de mi alma” Ivan no entiende nada y se molesta por la críptica respuesta. Se pone a martllar con cada vez más fuerza asustando a Natalia. Ella se aleja a conversar con las plantas, se da cuenta que hace tiempo las había dejado botadas.Se le acerca inquisitivo un perro. “perdoname perro, sé que te tengo olvidado, pero tienes que entender que ahora tienes un hermanito y que debo cuidarlo”. Llega la noche y nuevamente tanto Ivan como Natalia se acuestan en su cama. Cerca de la madrugada, entre sueños Natalia comienza a murmurar algo, es la misma melodia que ya destruye los nervios de Ivan. Se despierta. Natalia tambien y con una sonria enorme se levanta. Va hacia la cocina, con una mano lleva un plato de pan y con la otra una jarra enorme de leche. Ivan la sigue con sigilo a medida que se adentraba en la penumbra del bosque. Llega frente a un pequeño pero frondoso árbol ubicado justo en medio de un claro donde la luz de la luna pegaba con toda su fuerza dejando ver con claridad una corteza ligeramente rosácea o de un anaranjado pálido... Natalia avanza con paso firme el camino que leva haciendo noche a noche desde hace semanas y al llegar frente al árbol depósita con amor el plato con pan entre las raices y luego inclina la jarra vertiendo sobre la tierra su contenido. “¿cómo amaneció mi bebé? eso, eso, tómese su leche, así... lindo estás super grande” Se acerca al árbol que apenas le llega a la cintura, se arrodilla y lo abraza tomando sus ramas entre sus brazos, meciéndolo con el rostro pegado a sus hojas, como los rayos de la luna caen sobre su cara mientras silba la misma monotona melodia.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad para mi

En toda la casa no se oía ruido alguno, ni el rugir de un león, ni la cabalgata de los caracoles en el jardín que, como cada navidad, celebraban haciendo carreras. Álvaro, luego de una abundante cena pródiga de ensaladas y pastas (sus comidas favoritas), yacía en el sillón de su madre. La música de organo que le había llevado de la mano al encuentro de Morfeo, había concluído. Se contentaba luego de haberlo invocado, con presenciar y compartir con el Gran Misterio. Blasfemo, lanzó un notorio ronquido que resonó en todos los muebles, haciendo crujir la puerta de la habitación donde placidamente dormía su mamá. Preocupado, abrió un ojo y envió a su perrita a vigilar el sueño de su madre. Clementina volvió moviendo la cola y, al llegar a los pies de Álvaro, se dejó caer hacia las profundidades del sueño canino, viajando con velocidad a mundos poblados por ovejeros ingleses y san bernardos, sus favoritos. Álvaro mantenía aún un ojo abierto, con la cabeza pegada al cojín. Miró sonriente a su perrita y se concentró en imitarla. Le estaba costando retomar el sueño, muchos anhelos circulaban por su mente como ninfas descalzas saltando y corriendo entre la hierba en un bosque soleado. El sonido cristalino del caudal de un rio de pronto le robo su atención. Le estaba susurrando, musitando palabras en un lenguaje que no conocía pero sin embargo pleno de significado. Álvaro estaba recostado en la hierba, con sus ojos cerrados. Se sentió asombrado y agradecido de las palabras del rio y con el corazón pleno de alegría, empezó a reirse con fuerza, con libertad. El rio tambien reía, como buen rio, y continuó contandole secretos, hablandole de libelulas, sapos y piedras que le habitaban. Álvaro no entendía con detalle pero intuía lo que en el fondo, le quería decir. Abrió los ojos, levantó su cuerpo, se desvistió y se lanzó al rio. Desnudo buceó por largo tiempo, levantando conchas y apurando caracolos que distraídos conversaban sin avanzar. Desde las profundidades miró hacia la superficie y vió con toad definición como caía un sólo límpido y potente rayo de sol. Nadó hacia él como jugando, sin prisa ni amibición, y al llegar bebió y bebió hasta hartarse la luz del sol y la sal de la tierra. Siguió bebiendo hasta que sintió, primero en el estomago y luego en el pecho, mucho calor. Una bola enorme de fuego estaba a punto de salirsele por el cuello si no hacía algo. Pataleó con fuerza, pues ciertamente le asustaba un poco la idea de que una esfera incandescente traspasara su blanca piel desnuda. Al sacar la cabeza del agua abrió su boca y se sorprendió de no ver ni fuego, ni lava, ni luz siquiera, y en cambio escuchó un sonido tan puro y cristalino como el tañir de una cuerda. Cerró la boca, miró a su alrededor e intentó repetirlo. Abrió la boca nuevamente pero nada pasó. Volvió a cerrarla y al mismo tiempo una pareja de aves parecieron romper en carcajadas, quizás debido a una animada conversación o quién sabe, el simpático espectáculo de un humano desnudo. Álvaro se esforzó por escucharles, incluso comenzó a imitarles tratando de meterse sin ningún pudor en su conversación. Al parecer los pajaros eran un poco pitucos o quizás tímidos, porque , con desdén, levantaron el vuelo. Álvaro se quedó un minuto más flotando cerca de la orilla. De pronto escuchó una hermosa risa catarina. Luego otra un poco más baja. Luego otra y otra más. El corazón le dió un vuelco, dió un par de patadas y en un santiamén llegó a tierra. Caminó con sigilo varios pasos y tras hojas enormes descubrió una cascada rodeada de flores en la que hermosas muchachas nadaban y jugaban. Una tenía un cabello dorado abundante que caía sobre dos pechos como gotas. Otra tenía el cabello rojo además de una cintura estrecha y generosas caderas. La tercera era morena y tenía las piernas más largas y blancas que Álvaro había visto. Boquiabierto contempló esta divina visión un rato, buscando el coraje para acercarse también él a jugar. Pasó un rato demasiado largo en que le daba vueltas a ideas sobre como hacer su entrada triunfal, una que fuera a la vez amigable, divertida, provocativa y respetuosa. En verdad no se le ocurría nada, y cada vez que una vaga imagen venía a su mente y comenzaba a cobrar forma, era devuelto a la babeante contemplación cuando una de las ninfas salpicaba a su compañera o saltaba al agua mojando las flores cercanas y ahuyentando a las aves que también se habían acercado admirar el espectáculo. De repente Álvaro sintió algo sobre su hombro, algo tenue, suave y ligero, casi como el ala de una mariposa o una hormiga caminando " claro -pensó- debe ser algún insecto así que no debo molestarlo ni tocarlo pues, de no medir mis fuerzas tal vez le haga daño". Así que por más que sentía sobre su hombro aquel toque delicado, no hizo caso. "Álvaro -dijo una voz suave y fresca como viento en noche de verano, como luz de luna cayendo sobre un lago, como onda en el agua propagándose en el espacio- Álvaro - dijo una vez más y Álvaro sintió como si cada hueso vibrase en simpatía con esas notas claras que vibraban en su espalda- Álvaro, date vuelta- y Álvaro obedeció incluso antes de comprender el significado de esas palabras, giró sobre su eje, desnudo como estaba y al ver la aparición que estaba parada frente a sus ojos, sintió como si sobre su cabeza se abriese un canal, un túnel por donde de pronto circulaba luz con libertad, como juegan las nubes con las sílfides que en ellas habitan. "Álvaro - dijo una vez más- esto que estás viviendo no es tu imaginación, ni tus deseos profundos, ni un sueño, ni ficción. Esto que ves ahora - y de pronto los ojos de Álvaro fueron cegados con una luz tan clara y fría como la nieve- esto que hueles - y Álvaro sintió sus pulmones y cada célula de su cuerpo plenos con un aire ligero y refrescante como mañana de invierno- esto que sientes - y al decir estas palabras tomó las manos de Álvaro y las depositó sobre su hermoso cabello verde, haciéndole estremecer con tal fuerza y gozo como si de un orgasmo se tratase- Esto que vives ahora, es aquello de lo que tu alma está hecha. Bebe a tus anchas Álvaro, bebe con calma y atención porque esto que bebes es lo que debes transmitir al mundo. Nosotras no somos ninfas, somos musas. Yo soy la Musa de los Gestos, ellas son las Musas del Sonido, la Luz y las Palabras. Toda tu vida hemos escuchado tu llamado y toda tu vida hemos respondido. Sabe siempre que te amamos como una madre ama a su hijo, como una mujer ama a un hombre y como todo Ser ama a su prójimo, el Universo. Siempre que lo desees puedes vernos, solo acalla tu mente y con sinceridad escucha a tu corazón." Álvaro se sintió pleno de una alegría serena. Las Musas le sonrieron y de sus manos dejaron caer besos que viajaron lento por el espacio en el aquel viento helado que estremeció a Álvaro al llegar al sillón donde aún dormitaba.

Era una noche serena, no se oía el ruído de los caracoles al masticar las hojas, ni el murmullo del pasto creciendo y estirándose para alcanzar la Luna. 

lunes, 22 de diciembre de 2008

Missing time

Está sentado en el piso, aprieta sus piernas con ambos brazos. Un movimiento de vaivén, hacia adelante, atrás, adelante, atrás. Respiración entrecortada, se acelera, ausencia de respiración, tos, aceleración...

-Cresta, cresta, cresta, cresta, cresta...

Una gota de sudor baja desde la  frente, pasa a las rodillas llegando a sus jeans gastados.

-Piensa. No, no pienses, solo respira. [molesto, reprendiéndose]Por la cresta si uno respira automáticamente, qué me tengo que andar preocupando de... [le falta el aliento nuevamente, sonido parecido al que hacen los asmáticos. se recupera. Inhala largo] Tranquilo, tranquilízate, simplemente recuerda...

Una imagen antigua, colores opacos y predominancia de pastel. Una foto de un niño pequeño con barro o chocolate en el rostro. La cabeza tendida hacia su derecha, los ojos medio cerrados en un gesto acompañado por la boca abierta. Una chasquilla cubre su frente.

-Año 1984, estaba con mi mamá en la casa de... [de nuevo molesto] esto es ridículo! [toma aire nuevamente, se controla] por la cresta, cálmate weón, no estás avanzando, no está sobteniendo nada. solo más y más tiempo perdido...

Hunde por completo el rostro entre sus rodillas, apreta fuerte con los brazos y grita con fuerza pero su grito es ahogado entre sus miembros. 
Más lejos, le vemos rodeado de árboles en una noche cerrada sin luna.

-No es necesario ir tan atrás. Veamos...

Exterior. Muchos árboles de clima sureño. Edificios, muchos jóvenes con mochilas, cuadernos, guitarras, botellas, etc. Ambiente universitario.

-Me llamo Jorge, estudio hace... [duda, titubeante] estudio hace un tieeempo, largo? qué importa hace cuánto! Estudio algo con letras, o libros. Puede ser historia o antropología... no, no, es literatura... [se va a enojar de nuevo, está al borde de una crísis, se detiene. volvemos a verlo. MItad derecha de su rostro, primer plano. resto del cuadro oscuro. gota de sudor baja por su mejilla] 
-No sacas nada con presionarte de este modo, así menos vas a recordar, dale espacio a tu mente, deja entrar el aire y las cosas van a decantar, van a encontrar su lugar...

Extiende primero las piernas, luego se hecha hacia atrás. Extiende los brazos sobre el pasto. Mira hacia el cielo y el rostro se le contrae en una mueca de terror. Se da vuelta rápido cono un gato. Apoya los nudillos, se levanta y empieza a caminar. Sube el cuello de su chaqueta... Lleva las manos en los bolsillos apretados de sus viejos jeans, caminando rápido, cada vez más pero de a poco.

-Ya resúmen. Hace unos meses todo va normal, las clases, la Claudia, mi viejo todo normal todo tranquilo. [saca las manos de los bolsillos, restriega una contra otra soplando con fuerza sobre ellas para calentarlas. vuelve ahora a los bolsillos de su chaqueta] El martes, no el miercoles después de clase caminamos harto rato. Fumamos y fumamos hasta que se nos acabaron los cigarros. [cierra los ojos apretandolos, contrae los labios, sube los pómulos... intenta recordar, se toca la sien derecha con la mano] Con quién iba? qué hora? hacía que lado salimos?

Es inútil. No podrá, por más que intente, recordar que fué lo que sucedió esa noche. No tiene nada que ver con alcohol o cualquier otra sustancia. Tampoco problemas neurológicos, aunque no carezca de ellos. Eso si, estos problemas los tiene hace poco. Justamente desde aquel día. No, en realidad los tiene desde justamente veintidos horas después del momento en que dejó de entender lo que ocurría a su alrededor. Primero sintió una nausea. No la relacionó con la niebla que le rodeaba. Tampoco notó su color ligeramente amarillo, no pudo darse cuenta porque además estaba viendo borroso. Además tenía una sensación pesada en el vientre, algo similar a lo que se sentiría si de pronto se materializara una piedra en la boca del estomago, una piedra enorme y pesada. Instintivamente se cubrió el pecho con una mano y con la otra se iba apoyando de las rocas mientras un cansancio cada vez mayor le hacía flaquear las piernas. Se precipitó contra el piso golpeando fuertemente su rostro pero no sintió dolor alguno. Por suerte la niebla lo había anesteziado lo suficiente y relajado sus musculos haciendo suave la caída.

Lo que ocurrió después no podrá recordarlo por la sencilla razón de que su mente no lo registró. Es un alivio que así sea. Si por algún extraño artificio pudiese a través de un sueño, una visión, un espejo u otro oraculo presenciar como por una pantalla cuanto padeció su cuerpo en el intertanto en que su mente dejó de funcionar, probablemente la poca cordura que conserva le sería sin más arrebatada por completo. Si por un morboso azar alguien hubiese atestiguado lo ocurrido en ese claro del bosque, simplemente no habría tenido palabras para describir las grotescas figuras que surgieron entre la penumbra y levantaron entre esas especie de tenazas el exangue cuerpo de Jorge, lo depositaron sobre sus espaldas y se lo llevaron de la superficie de la tierra.
Su cuerpo fue sometido a incontables padecimientos, tensado y forzado en sus articulaciones hacia posturas antinaturales, y en fin, execrado en formas inpensable por la más perversa  imaginación. Cuando luego de algún tiempo, logró recuperar la integridad y fortaleza como para caminar po sí mismo, fué liberado y depositado en un sector completamente alejado de aquel en el que fué capturado. 

Cuando despertó aún no anochecía pero tardó tanto en recuperar la conciencia que sin notarlo la noche estaba sobre él nuevamente. Al abrir los ojos alcanzó a ver entre las nubes el rostro avergonado de la Luna y sintió que hace mucho tiempo sus miradas no se cruzaban. 
Trató de ponerse en pie, pero por mñas que lo intentó no pudo hacerlo. Reptó hacia un rio y bebió unos sorbos mezclados con tierra que arañaron las paredes de su garganta haciendola arder. No le importó, tenía los labios demasiado secos. Luego se levantó cuanto pudo, recogío las piernas y apoyó la frente sobre sus rodillas. Intentó recordar lo que había pasado. Pensó y pensó sin lograr imagen alguna. De pronto escuchó entre los árboles un sonido repulsivo, un siseo cada vez mñas fuerte. Sintió un peso enorme en su vientre, una densidad, una gravedad hacia su centro que le hizo retorcerse. Entonces logró recordar algo, no era una imagen, ni un sonido, solo una sensación agobiante de encierro, de calor y sequedad en el aire. Se empezó a quedar dormido pero al notarlo hizo un esfuerzo enorme de controlarse. Limpió el sudor de su frente y se concentró en respirar y recordar. 

domingo, 21 de diciembre de 2008

Juan, Sofía, Carlos

Juan

Juan nace en una casa en la periferia de Santiago. Deja el colegio temprano para incorporarse a la feria en el puesto con su padre, ahí carga fruta en la camioneta y atiende a los caseros. A lo trece años un amigo le convida a fumar porros. Es el peor carrete de su vida. Al otro día anda como zombie todo el tiempo siendo retado muchas veces por su padre. Su madre insiste en que vuelva al colegio y que ayude su padre exclusivamente en sus ratos libres. Juan regresa al colegio, solo perdió un año y es muy aplicado. Le gustan mucho las aritméticas. Realmente se concentra haciendo ejercicios, cree que le hacen bien. Luego de estudiar ve con más claridad todo cuanto le rodea. El puesto en la feria, las conversaciones entre sus padres, todo es perfectamente lógico. Sus amigos que viven cerca de su casa lo pasan a buscar de vez en cuando los fines de semana y se toman algunas cervezas en una plaza cercana. Juan no lo nota pero en su vida todo marcha bien, sus estudios, su relación con sus padres, etc. Bueno, solo eso es su vida, y conversar con sus amigos y jugar una pichanga de vez en cuando. Juan ahora está pololeando. La mejor amiga de su novia queda embarazada y debe abortar. Su novia le dice que nunca jamás van a tener relaciones hasta que hayan terminado de estudiar y tengan casa. Juan la quiere mucho y acepta. La familia de su novia pasa por un mal período económico, su padre pierde el empleo. Claudia y toda su familia encuentran el apoyo que les hace falta en la iglesia. Con el tiempo salen adelante relativamente bien. Juan quiere mucho a Claudia pero realmente quisiera hacer el amor con ella. Ella mantiene su postura firme, sumando ahora los argumentos teológicos.  A Juan le parece bien, se aguanta como puede. Termina el colegio y hace inmediatamente una práctica en finanzas. Durante la noche empieza a estudiar contabilidad. Juan ya tiene algunos ahorros y un trabajo estable. Claudia estudia trabajo social. Juan cuenta mes a mes el dinero con que apoya a sus padres, el dinero para sus escasos gastos, y el dinero para comprar una casa donde vivir con Claudia. Claudia lo deja para irse a trabajar al Sur. Juan quiere ir con ella. Claudia le pide que le de tiempo. Se quedará con unas tías mientras busca trabajo y un lugar. Encuentra trabajo, Juan también. Hablan seguido por teléfono y ajustan los detalles. Claudia empieza su trabajo. Juan no puede irse porque su padre se ha enfermado. Juan teme dejar sola a su madre ahora que ha enviudado. Claudia conoce a alguien más. Se casan. Una hermana de Juan se lleva a su madre a vivir con ella. Juan piensa viajar al Sur a buscar a Claudia. Abandona la idea. Juan vive solo en la casa de sus padres. A veces lo pasan a buscar sus amigos del barrio y dan una vuelta por la plaza.

 

Sofía

Sofía siempre fue hermosa. Cuando iba en séptimo los compañeros de media del colegio hacían fila para hablarle. Salió con varios de ellos. En primero medio se enamoro de un niño de cuarto. Estuvieron juntos varios años. Durante esa época su novio Claudio se metía con sus compañeras de la U. Sofía lo supo y no hizo nada. Claudio le promete jamás repetirlo y ambos intentan olvidarlo. Sofía ya no lo quiere del mismo modo y decide tomarse un tiempo. Sale del colegio. Decide estudiar teatro. Se mete a una pequeña academia. Desde el primer día reinó entre sus compañeros. Sus compañeras la envidiaban. Hizo un amigo gay. Nunca más se separó de él. Sofía ha trabajado en algunas obras relativamente exitosas. Piensa en viajar fuera y probar suerte. Empieza a trabajar en todo lo que puede. Como promotora, como actriz, garzona…Conoce una noche en un bar a un fotógrafo. Se enamoran. Le hace montones de fotografías, conversan a través del lente. Las lleva en su portafolio a la productora en la que trabaja. Sofía recibe constantes llamados para trabajar como modelo. Le encantan las sesiones. Termina con su novio. Le está yendo muy bien en el trabajo. Esperan hacer la tercera temporada con la obra. Le hacen una oferta curiosa. Sesiones fotográficas ligeramente porno. Tiene que posar e irse desvistiendo, las fotos aparecerán en una página rusa desconocida. Acepta el trabajo para hacerse de algún dinero extra. Empiezan a pagarle mejor. Compra un departamento y vive con su amigo. Salen todos los fines de semana y compiten por los flechazos. Discuten si el tipo le coqueteaba a ella o a él. Un día llegan especialmente ebrios. Pedro se tira en el sillón mientras Sofía corre al baño a vomitar. Pedro le recoge el pelo y le limpia la cara. Le habla al oído mientras le seca el pelo. Se tiran sobre la cama. Pedro murmura algo de nunca haber probado. Sofía le dice que eso no se pregunta. Tienen relaciones dos veces. Sofía se siente más conectada que nunca. Pedro está más seguro que nunca de que le gustan los hombres. Deciden separarse. Pedro se va para Buenos Aires. Sofía sigue ganando dinero. Sale los fines de semana a buscar algún gay que quiera cambiar de opinión.

Carlos

Desde pequeño era muy inquieto. Primero lo llevaron a practicar karate, luego fútbol y basquetball. Pero lo suyo era el atletismo. Corrió en cuanta competencia pudo. Se cambió varias veces de colegio hasta que encontró uno comprensible con los estudiantes deportistas. Fue seleccionado nacional. Compitió en varios panamericanos. Estaba en un aeropuerto en México leyendo el diario cuando un artículo lo dejó pensando. Al llegar a Chile estaba seguro, iba a estudiar literatura. Los entrenamientos y el colegio casi no le dejaban tiempo para escribir. Entró a un bachillerato en lenguas clásicas. Siente que ya está un poco viejo para competir. Se retira profesionalmente, continúa como aficionado. Está indeciso entre seguir letras o ed. Física. Conversa largamente con su padre durante toda una noche. Se decide por las letras. Publica algunos artículos que llegan a oídos de editores. Escribe una columna en una revista de internet . Dicta clases en dos colegios. Siempre que puede, se queda mirando la clase de educación física. Le propone al profesor organizar talleres de atletismo. Muy pocos estudiantes se inscriben. Abandona el proyecto. Cierran la revista. Renuncia a un colegio y se concentra en escribir una novela. Un deportista de alto rendimiento da unas vueltas por el lado oscuro de las competencias consumiendo anabólicos y otros estupefacientes. Luego con el apoyo de su novia logra recuperarse y abandonar las drogas por completo. Se tarda más de un año en lograr que se la publiquen. Tiene que mezclar muchos favores que le debían para lograrlo. Saca 500 ejemplares. La crítica es tibia. Lo clasifican de lectura ligera. El público tampoco responde. Piensa en probar con poesía. Conoce a una profesora de educación física. Quiere enamorarse de ella, casarse y dormir hasta tarde los domingos.  La profesora se casa. Carlos está realmente aburrido con su vida. Comienza a deambular por los bares. Tiene un accidente. En la rehabilitación conoce a una madre soltera que lleva a su hijo. Al principio ella se mantiene distante pero con el tiempo le deja entrar en su vida. Ahora viven los tres juntos en una casa con jardín y flores. Carlos vuelve a aburrirse pero ya no le importa. Casi nunca escribe. Se queda viendo tele hasta que se queda dormido.

domingo, 14 de diciembre de 2008

En esos días yo andaba como achacado porque me habían pateado hace seis meses y en todo ese tiempo no había pasado nada de nada con nadie. Además que el año ya se estaba acabando en la U y tenía varios ramos morados con tendencia a decrecer hacia rojo. Uno de ellos era el de mi profe. Ese condenado profesor, ese condenado profesor y sus malditos mensajes cruzados. Alguna vez descubrí las fórmulas antes del tiempo presupuesto para un estudiante de mi curso. Él lo notó y comenzó a hacerme ofertas tentadoras. Estas requerían cada vez un mayor grado de compromiso de mi parte, y de su parte solo implicaban la presión y los retos que me prodigaba puesto que en aquella época mi mente o más bien mi interés estaba bastante alejado de las aulas. En la carrera que compartía sede con la nuestra había una muchacha muy guapa que por esos días pasó a convertirse en mi novia. Teníamos una relación bastante poco equilibrada. Ella acostumbraba participar de diversas competencias, en especial de natación. Yo nunca tuve un físico muy agraciado así que me deshacía en excusas para no meterme al agua con ella, en ocasiones incluso me escudaba en los deberes que mi querido profesor recetaba como el método especifico que permitiría que yo fuese desarrollando todo mi potencial.

Nunca que le creí demasiado cuando hablaba de mis capacidades, pensaba que ya estaba viejo y que quizás necesitaba proyectarse en alguien, que su vida hace tiempo se había tornado aburrida, incluso vacía. Digamos que su exitosa vida intelectual profesional le otorgó la confianza y fuerza para emprender una serie de proyectos financieros que redundaron en una vida económicamente holgada. Sumado a su éxito académico podría decirse que lo tenía todo. Mencioné a su esposa? Me contó que en alguna época en el cénit de su producción juvenil, viajando por Roma la conoció. Recuerdo con claridad como se aflojo la corbata y que ni siquiera notó que por encima del cinturón, la punta cuadrada de la camisa asomaba cuando sin siquiera ruborizarse me habló de sus trenzas. Unas trenza largas y castañas que caían sin ningún pudor por sobre su escote. La conoció a través de su padre, con quien trabó una rápida amistad luego de los exitosos negocios que mi profesor le sugirió. De ahí a almuerzos dominicales, salidas durante la semana por la tarde y a los pocos meses, pedirle su mano. Fue justo luego de eso cuando volvió a Chile a cosechar los frutos de sus esfuerzos. Desde ahí en adelante no pasó gran cosa en su vida, todo siguió el curso lógico esperable para un hombre de su talento, tan bien relacionado y, aún, tan joven. Entonces cuando luego de veinticinco años de casado, su ahora ex mujer le avisó -nótese "avisó"- que iba a volver a su Europa querida a tratar de recuperar el tiempo perdido y la brillante y prometedora carrera como restauradora de arte románico que abandonó por él, la cómoda y apacible vida que hace años transcurría y avanzaba como una esfera por un espacio curvo casi sin roce de pronto se encontró que todo el tiempo que esta esfera había estado avanzando en realidad caía y caía precipitándose hacia lo desconocido. Y bueno, cuando en medio de lo desconocido y la apreciable baja de sus finanzas apareció frente a él este joven estudiante aventajado, parecería lógico que si lograba hacerle ascender desde joven promesa a joven y exitoso hombre de negocios, su propia vida podría ser limpiada de las miradas de reojo y la conmiseración que aparecía en el rabillo de la su vista cada vez que andando por el pasillo dejaba atrás a las secretarias cuchicheantes.

Pero yo no podía concentrarme en redimirlo, estaba demasiado absorto en la contemplación de mi novia. Al principio ella me instaba y me instaba a nadar con ella sin siquiera sospechar que yo nunca aprendí a hacerlo. Cuando presa del pánico me encontré con ella en la entrada misma de las piscinas de la universidad, justo el día en que salimos de vacaciones de invierno, no pude encontrar excusa alguna que me liberase del deber de entrar con ella y darme un chapuzón, entonces, contra toda lógica no tuve más que confesar mi culpa, mi gran culpa: no sabía nadar. Ella no se escandalizó ni nada, simplemente me tomó de la mano y dicto por sobre el mostrador uno a uno los datos necesarios para llenar el formulario de inscripción en los cursos programados especialmente para esas semanas. En silencio asumí esa responsabilidad sin imaginar cuánta alegría trajo al corazón de mi novia verme poner mi firma sobre esa amarillenta hoja y su correspondiente copia. Esa noche recibí los beneficios de su alegría. Con frecuencia la recuerdo, no fue la primera, ni siquiera el mejor de nuestros encuentros, pero hubo algo ese día que lo hizo grabarse en mi memoria como un cigarro apagado sobre un mantel. Mientras lo hacíamos, comimos cerezas, nos reímos, bebimos vino helado y gritamos en silencio mientras nos robamos mutuamente el aire de las bocas. Sigue en mi mente con la misma claridad la imagen de sus piernas ciñendo mi cintura y mis manos recorriendo su espalda bajo ese hermoso cabello claro. Pero al poco tiempo todo cambió. Cumplimos ritualmente con los primeros pasos, en el sector menos profundo de la piscina de su edificio. Yo me sentía bastante ridículo pataleando mientras ella me sostenía de sus manos pero el día en que me sugirió usar flotadores no pude soportarlo y me avoqué por completo y por mi cuenta a la tarea de aprender a nadar del mejor modo posible en el menor tiempo. Dibujé un horario, hice un cronograma, proyecté niveles de avance en fechas concretas y seguí al pie de la letra lo planeado. Le dedicaba tantas horas a la natación que con el tiempo dejé de lado mi relación con ella y con mi profesor. Cada hora, cada minuto que tenía libre lo utilizaba en nadar o en ganar tiempo que luego pudiera utilizar en nadar. Fue en esa época cuando mi novia comenzó a ausentarse en la piscina. Recuerdo que un día justo antes de que su ausencia se hiciera permanente le vi conversando con otro tipo en el estacionamiento de bicicletas. Ni siquiera tuvo la delicadeza de romper formalmente conmigo, simplemente hundió los hombros y sonrió mientras se alejaba pedaleando junto a su nuevo amigo. Yo me quedé estático, creo que con la boca abierta -espero que no, debe haberse visto patético.

Así que bueno, esas cosas pasan y mientras más tiempo uno pierda en patalear, más tiempo dura el dolor así que yo no le di más vueltas y me concentré en mis estudios. O al menos, eso pretendí pero al parecer lo avanzado del semestre y las múltiples inasistencias a las clases de mi profesor habían hecho cambiar enormemente su disposición hacia mí. Ahora en vez de mostrarme el brillante futuro y los incontables lugares del mundo que podría conocer si seguía sus consejos habían desaparecido y fueron reemplazados por interminables discursos con inverosímiles metáforas sobre ser un profesional y hacer las cosas bien, y obviamente bien no es másomenos, o se está en un cien por ciento o no se está simplemente. Este país está lleno de gente que hace las cosas a medias, si uno quiere un lugar tiene que hacerlas perfectamente, no másomenos? me oyen? Claro que lo oía, de hecho cuando viajaba en metro hacia mi casa leyendo a toda velocidad y tratando de aprender en unas horas lo que no aprendí durante medio año, aún resonaban sus palabras en mi cabeza. Yo de todos modos no sabía cómo tomarlo. Porque, por una lado me dediqué cien por ciento, no? Quizás cuando me dedico a algo cien por ciento pierdo de vista el motivo por el cual me estaba dedicando en un cien por ciento. Mmm cien porciento es como mucho, no deja mucho espacio para nada. Pero si uno se compromete con algo es como clamar que no se necesita espacio para otra cosa, y no es que uno constantemente necesite otras cosas, al contrario yo casi siempre estoy satisfecho, pero la gente siempre como que necesita ir cambiando, conociendo nuevas cosas. Yo las pocas veces que viajo encuentro que por distantes que sean los países, la gente es exactamente la misma. Las diferencias son evidentes e innegables pero a la vez irrelevantes. Bueno, pensando estas cosas es que los viajes en metro se me hacían cortos para recuperar el tiempo perdido en mi ex novia, primero, luego la natación por culpa, y ahora en tratar de pensar como es que iba a lograr estudiar todo lo que requería para salvar ese ramo. Ah, ya sé! sacrificando otros ramos! fácil!

Yo no era un mal estudiante, miento, era un excelente estudiante... no no no, en verdad era un estudiante de buenas notas, pero nunca fui bueno para estudiar. Creo que mi "talento" se basaba exclusivamente en mi capacidad para mantener mi mente en blanco. De hecho es un talento que he tenido desde muy pequeño. Recuerdo que mi madre trabajaba duro y casi siempre llegaba algo atrasada a buscarme al colegio. Yo me sentaba a esperarla en el hall de entrada con la mirada fija en la pared opuesta. Escogía un punto y trataba de pasar la mayor cantidad de tiempo sin pensar en cosa alguna y con los ojos abiertos. El juego se trataba de sentir el peso en los párpados y el cansancio en la vista sin dejarme vencer para así observar como la sensación iba creciendo y creciendo, una especie de dolor o placer que iba tomando nuevas formas y que incluso podía visualizar como colores, como una masa informe variando desde un morado oscuro, pasando por un rojo anaranjado y hacia el amarillo vibrante que pronto traspasaba mi rostro y se expandía hacia la pared opuesta, las paredes a su lado, el techo y en fin, todo el mundo. Ya mayor, mantenía el mismo juego con resultados menos coloridos, pero que convertían a mi mente en una esponja a la hora de escuchar las clases mirando un punto fijo sobre la frente del profesor, así que pensé que quizás si le dedicaba la totalidad de la horas en los días que restaban antes del examen final frente a mi profesor, quizás el resto de los ramos no sufriría tanto, al menos no al punto de llegar a peligrar.

Entonces hice eso, establecí un cronograma en el que distribuí los contenidos de acuerdo a los días que me quedaban y seguí mi plan al pie de la letra. Todo iba bien, algunas notas bajas de otros ramos pero nada preocupante, por el momento. Los días iban pasando tranquilos uno detrás del otro hasta que en uno de los diarios viajes bajo tierra, apareció ante mí una hermosa muchacha. Yo me quedé boquiabierto, es una pésima costumbre, y con la vista fija me quedé repentinamente y sin pensarlo, en blanco. Tanto fue así que en una de las detenciones del tren al llegar a la estación, mi libro cayó derramando un montón de hojas apretujadas y rayadas con incontables e ilegibles apuntes justo sobre sus pequeños y blancos pies. Ella iba mirando por la ventana hacia fuera -como si hubiese algo que mirar bajo tierra-, asumo que absorta en sus pensamientos o quizás tarareando una de esas canciones que se cruzan por las calles y que sin que podamos notarlo saltan, se nos suben al hombro y se meten por nuestros oídos estableciendo en nuestras cabezas sus pequeños campamentos. Pero el ritmo monótono de esa melodía fue interrumpido por el ruido que hace el papel al caer sobre los pies, sobre todo cuando son ajenos. Yo me quedé estático, aterrado de haber quebrado el frágil movimiento de los pensamientos de quien viaja absorto bajo tierra mirando por ventanas sin jamás encontrar cosa alguna que mirar, pero ella pareció no molestarse en lo más mínimo y rápida y gentilmente comenzó a recoger uno a uno los papeles y juntarlos de nuevo con los muchos clips esparcidos por el suelo.  Los recibí de vuelta y me deshice en gracias y disculpas hablando automáticamente, disfrutando por dentro del tiempo que podía pasar mirando directa y abiertamente su rostro, tiempo que palabra a palabra estiraba y que no quería dejar ir. Ella tal vez lo notó porque llegado un punto de especial incoherencia de mi discurso, rompió en una leve y melodiosa carcajada que me hizo descubrir la especial familiaridad que me llegaba desde sus ojos. Me quedé callado, satisfecho de su sonrisa y contento como quien mira al sol ponerse esperando su inminente desaparición.

-te bajas aquí?-

-no...

-que lástima, yo si

Le pregunté en cuál estación estábamos y antes de que pudiera nombrarla recordé sorpresivamente que si, que justo hoy tenía que -contra la costumbre y saliendo de los plazos y espacios planeados en el planparasalvarelramodemiprofe- bajarme en esa estación. Recogí los pocos papeles que quedaban en el piso y apuré el paso para alcanzarla en la escalera. No recuerdo de qué hablamos, recuerdo el verde en los arbustos, que pasó un gato y que ella se acercó a saludarle... recuerdo que se me hizo muy ligero el aire junto a ella, sobre todo cuando sonreía y que demasiado pronto llegamos a la puerta de su casa. Tomó una de las mil hojas que colgaban entre las páginas de mi libro, buscó un hueco entre los gráficos y garabatos y escribió su nombre, una serie de números y un dibujito. Luego se dio media vuelta y entro rápidamente cruzando su jardín. Yo me quedé mirándola alejarse y en el momento en que cruzaba la puerta escuché su nombre dicho fuertemente por una voz extrañamente familiar.

Llegué a mi casa por completo desconcentrado, intenté infructuosamente concentrarme en los apuntes y la materia pero cada vez que mi vista llegaba al espacio entre una palabra y otra aparecía su sonrisa robándome la atención y llenando mi pecho de aire que irremediablemente salía en forma de suspiro. Pasé una y dos noches así, sin avanzar ni siquiera una de las muchas páginas asignadas por mi programa a los escasísimos días que restaban par allegar al examen final del consabido ramo y me dije "hay que hacer algo, esto no puede seguir así". Tomé el teléfono y me puse a explicarle que estaba súper atrasado en mi ramo y que era un ramo importante y que mi profesor esperaba mucho de mi y que cómo era tan cruel de no dejarme estudiar y que mejor nos juntábamos luego o si no mis notas iban a bajar demasiado. Ella se reía de casi todo y bueno, me hizo notar que en verdad si era chistoso porque en todo el camino a su casa nunca dije palabra alguna, en cambio ella habló todo el tiempo contándome de sus amigas, de la anciana que vivía en la casa vecina y de lo sobre protector que era su padre. Ahora mismo se había cancelado una reunión con sus amigos así que me sugirió que nos reuniésemos de inmediato. Yo me sorprendí de la facilidad con que un plan meticulosamente diseñado podía quedar deshecho ante un par de hermosos ojos.

Así que nos juntamos en un parque que se encontraba en un punto más o menos equidistante de mi casa y de la suya que, como pude comprobar el día que la conocí, no quedaba demasiado lejos. Incluso pensé que si todo resultaba bien, podría ir a visitarle de vez en cuando en aquella bicicleta que hace algún tiempo había adquirido ciertas resonancias de hechos pasados y sepultados. Mmmm, debería narrar cómo fue aquella cita? Me parece que no quedaría muy bien que uno ande divulgando esas cosas porque claro, al principio la mayor parte de las cosas no fueron muy distintas a las que cualquier pareja realiza el día que por primera vez se reúnen, pero luego traspasado ese nivel común y corriente se llega al punto en que deben narrarse esos momentos de exquisita intimidad y sorprendente comunicación espontánea que difícilmente pueden ser expresados en palabras. Y bueno, pocas líneas luego de eso, uno tendría que incurrir en la evidente falta de gusto de narrar aquel instante maravilloso en que los parpados se juntan, los cuellos se estiran y los labios se encuentran, y hacer eso de un modo que refleje la belleza del momento y que no caiga en detalles que puedan dejar entrever la siempre presente lujuria de la gente de mi edad y que podrían distraer la lectura y guiarla hacia una, de algún modo, mala interpretación es muy difícil, así que me limitaré a decir que lo pasamos tan bien y nos sentimos tan cómodos el uno junto al otro que luego de ese día comenzamos a vernos con mucha frecuencia. 

Y eso era lo peor que podría hacer alguien en mi situación, recuerdan el examen? el profesor casca rabias que manda mensajes cruzados? Ah, me parece que no expliqué aquello. En resumidas cuentas la mitad de las clases alababa mi talento y la otra mitad exageraba con respecto a mi falta de dedicación y esfuerzo. Por un tiempo, luego de mi anterior quiebre y asunción del desafío de salvar el año y recuperar el respeto y buena voluntad de mi querido profesor, lo logré. Una clase, mientras explicaba la materia, se percató que en mi cuaderno los apuntes no tenían relación alguna con su clase y furibundo interrumpió la clase tomando entre sus manos el cuaderno. Cuando lo vio más de cerca se dio cuenta que estaba repasando la materia de la unidad inmediatamente anterior, y casi para sus adentros, sonrió satisfecho. Al contrario de disminuir los sermones, el notar que estos, en su opinión, me habían hecho retomar el camino, sintió que con mayor razón, con mayor fuerza, con alegría incluso, debía retarme y retarme clase tras clase. Decía que a última hora no se podían arreglar las cosas y que una casa con cimientos débiles del color que fuese que uno la pintara se iba a terminar cayendo. Yo no entendía bien que pretendía con esto, si quería que dejara de estudiar o simplemente que me sintiera culpable para que en el futuro nunca más dejara de lado su bendito ramo. En verdad estas cosas las pensaba ya en mi casa, o camino a ella, porque cuando estaba en la sala, hubiesen compañeros o no, mantenía siempre mi vista fija en cualquier punto mientras repasaba mentalmente todas las fórmulas que debía, si quería tener alguna oportunidad en el examen, saberme al dedillo. Probablemente esto también agradaba a mi profesor, digo el hecho de que jamás nunca le respondí cosa alguna, nunca refuté sus acusaciones y bueno, tampoco las asumí pero en el fondo y con el paso del tiempo, el estrés acumulado por la presión auto impuesta y la que gentilmente el me ofrecía clase tras clase, una sensación extraña llegó a mi pecho. Al principio no la entendía y se parecía a la angustia, luego comenzó a asentarse y sentí algo de miedo. Ya viéndola de más cerca pude comprobar que si, se trataba de rabia y rencor hacia mi querido profesor por un lado, pero también a mi ex novia. Pensé que ella me pidió que me comprometiera y que luego de hacerlo me dejó olvidado ante la aparición de su amigo ciclista. Pensé que cuando me alejé del rebaño mi profesor me dio por perdido y se concentró en las otras jóvenes ovinas promesas reservando para mi solo palabras de rechazo y desprecio. Es posible que exagere pero en esa época así lo sentía y de algún modo esta sensación me daba fuerza y me ayudaba a concentrarme a la hora de estudiar para pasar su cochino examen de su cochino ramo y así de una vez por todas dejarlo no satisfecho, si no que simplemente callado. 

Suena bastante feo todo esto pero así lo sentí en aquella época en la que aún no me recuperaba de mi ruptura, que tímidamente avanzaba en mi plandesalvamentodelramo, pero sobretodo antes de que apareciera ella. 

Cuando llegó a mi vida lo hizo para quedarse, o al menos eso pensé entonces. De hecho no lo pensé, simplemente me pareció obvio, natural. Y casi sin darnos cuenta y en tiempo record nuestra relación iba tomando cada vez mayores niveles de cercanía y seriedad. Había pequeños contratiempos que interferían pero siempre encontrábamos el modo de irlos sorteando. Por ejemplo su padre era muy estricto con respecto a los horarios, si llegábamos luego de las nueve de la noche era muy posible que no pudiésemos vernos en un par de semanas, tiempo durante el cual él le hacía bastante incómodo el tiempo que compartían juntos. Y bueno, como cada vez estábamos más cerca, más tiempo era el que se requería para saciar la necesidad que teníamos el uno del otro; así que llegamos a la conclusión de que para tener más tiempo que compartir y aprovechando la intimidad y soledad que se forman en las casas en esos horarios, comenzamos a juntarnos en medio de la semana desde muy temprano. Primero nos juntamos a almorzar, luego antes de almuerzo y luego a desayunar. Era exquisito despertar con el sonido de sus uñas golpeteando la ventana. Además era exquisito levantarme un poco más tarde de lo que hubiera tenido que hacerlo si hubiese asistido a clases. Entonces con medio ojo abierto corría la cortina para mirar quién -quién más podría haber sido- golpeteaba mi venta a esa hora del día. Si, era ella, me sonreía con esa sonrisa clara y esos ojos brillantes y me hacía gestos de que me apurara a abrirle la puerta. Yo corrí arrastrando la sábana hasta la puerta.

-salí tan rápido que no me bañé

-yo tampoco me he bañado

- . . .

Y así pasábamos los días desde lo más temprano que podíamos hasta que el siempre desagradable reloj nos decía que debía irse a preparar las cosas en su casa para la llegada de su padre. Yo le preguntaba que qué clase de hombre usaba a su hija como criada, que si acaso no podía cocinarse él o la señora que iba a hacer el aseo regularmente. Ella me explicaba que no tenía que ver con machismo, que yo no conocía a su padre y que desde que su madre los había dejado él había volcado todo el cariño y los cuidados que antes le daba a ella en su hija. Obviamente eso incluía la aprensión y los celos que naturalmente se disparan un poco sobre lo normal cuando la mujer de toda una vida te abandona. 

-Y porqué se fue?

-Quería volver a Europa a hacer su carrera

-...

-Yo creo que me habría pasado lo mismo

 

Y yo ahí para variar con mi boca abierta y mi mente en blanco. Ella se ríe y me dice que no me preocupe, que puede hacer su carrera en Chile o que ambos podemos viajar.  "eso si -dice-que con todo lo que he faltado a clases últimamente no sé qué carrera vaya a tener”. Me demoré un poco en reaccionar y bueno, como tenía la mente en blanco no pensé en nada salvo que ella debía irse para no tener problemas con su querido padre y que yo hace ya un par de semanas había dejado por el piso mi ahora alicaídoplanconpocaesperanzadesalvarelramo así que más valía que me volviera un monje, me enclaustrara a estudiar y rezara por un milagro.

Ahí fue cuando llegó el período más extraño y desagradable de esta historia. Yo estaba vuelto loco tratando de ponerme al día con las últimas semanas de clase no solo de mi profesor -que además resultaba que era mi suegro- si no que con todos los ramos que, a estas alturas, si que estaban peligrando. Obviamente el tiempo no me alcanzaba para nada, empecé a alimentarme pésimo, dormir nada, me perdí varias veces en el metro por ir leyendo desaforadamente y sin mirar por las ventanas. Y lo peor de todo es que ni siquiera me daba el tiempo para verla a ella. Además que ahora rehusaba por completo ir a buscarla a su casa por miedo a confirmar el, en realidad, indudable hecho de que su padre y mi profesor fuesen el mismo. Moría de vergüenza pensando la cantidad de veces que hablé mal de él, que lo califiqué de viejo acabado, de engreído, de rígido y arcaico en sus métodos pedagógicos. En todo caso me costaba creer que algo tan evidente haya pasado tanto tiempo desapercibido por mí y por ella. También es cierto que cada vez que yo hablaba de la universidad, ella prefería cambiar el tema y que, con el tiempo al notar que mi dichoso plan quedaba cada vez más abajo en mi lista de prioridades y darme cuenta que evidentemente eso no podría traer consecuencias más que nefastas para mi continuidad en la carrera, yo mismo evité hablar del tema, incluso de pensar en el tema. Tengo una estupenda capacidad para hacer eso, descartar partes incómodas de la realidad. Así que nuestra alguna vez maravillosa relación se fue deteriorando gravemente y mi queridísima muchacha a su vez fue poco a poco alimentando una dolora sensación de abandono. Yo no sabía qué hacer con lo nuestro, y con lo poco que dormía y el obvio estrés muchas de las pocas veces que nos reunimos, termínanos discutiendo fuertemente, sobre todo por la ambigüedad en las explicaciones que yo le daba por mis reiteradas ausencias. Un día no aguantó más y muy tarde salió pedaleando de su casa a la mía. Llegó bastante afectada contándome que se había echado un ramo fundamental de su carrera y que había peleado fuertemente por ello con su padre. Intentó explicarle que como nuestra relación estaba muy mal luego de hace tan poco haber estado tan bien, simplemente no lograba concentrarse en los estudios y que constantemente le asaltaban miedos de que yo le ocultara algo. Obviamente a su padre esto lejos de ayudarle a comprender a su hija, le pareció un agravante y rápidamente comenzó a proferir multitud de imprecaciones en mi contra y a soltar sus típicos discursos sobre ser profesional y los chilenos y blablablabla. 

vamos que se puede...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

bosquejo "cuestión de higiene"

EXTERIOR-DÍA-SEIS DE LA TARDE-CALLE ALAMEDA


La gente se agolpa a la salida del metro, corren despavoridos a sus hogares, pegando como polillas sus rostros en los escaparates. Se interrumpen y quitan del camino mutuamente ladrándose a gusto. 


DOS HOMBRES VESTIDOS EXACTAMENTE IGUAL FRENTE A FRENTE Y DE PERFIL AL PÚBLICO


- Hizo calor esta tarde

- no tanta como ayer

- cierto es

- incluso amaneció nublado

- por ello me abrigué

- de ahí tu percepción errónea

- lógico...

CAMINAN Y CONTINUAN CONVERSANDO

- la familia qué tal?

- aún vivimos juntos

- formidable

- nos lo hemos propuesto

- qué unidos!

- así me criaron

- no puedo creerlo

- en verdad, no es cierto

-  lo sospechaba

- mi mujer y mi hijo me han abandonado!

- hace cuánto?

- van dos semanas

- lo siento

- volverán el lunes

- todo acaba...


A UN COSTADO DEL PARADERO HAY UN HOMBRE TENDIDO EN EL PISO SOBRE SU VIENTRE. A MENOS DE UN METRO UNA MULETA LE ACOMPAÑA

Escucho un zumbido insistente, molesto; me irrita, me pone neurótico; suena como un tumulto, una manada de caballos, cientos de toros corriendo sobre el pavimento….

LO VEN

- Mira! 

- que extraño

- ha de estar ebrio

- o muy cansado

- jamás dormiría así

- yo prefiero de espaldas

- ocasionalmente de lado

- depende de la compañía


El maldito no se detiene, me va hinchando la sien,  como una burbuja que atraviesa el asfalto... cada vez más grande y más profundo; una burbuja inmensa a punto de estallar pero que no se decide... más y más delgada, tan tenue y tensa que vibra en un chillido indescriptiblemente alto…


- observa su barba

- ha de estar desempleado

- Y sus ropas

- lo dicho

- y una muleta!

- además discapacitado

- eso explica lo anterior

- todo ello


Luego de dedicarle estas palabras y algún otro pensamiento, lo borran de sus memorias y prosiguen su camino. Simple cuestión de higiene.


Tengo el cuerpo duro como piedra; mis brazos, el pecho, el cuello... tan pesados que me llevan hacia abajo, me arrastran, me empujan... oprimen mi rostro contra el piso desfigurándolo, mis dientes parecieran salirse, quebrarse, todo mi cuerpo se hunde como un ancla atravesando el mar cada vez más cerca del fondo…



fundido a negro

jueves, 27 de noviembre de 2008

“Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” de Rainer Werner Fassbinder

Petra es una mujer adulta que ha alcanzado el éxito profesional y que por ello ha fracasado en su matrimonio, dejándole sin demasiada esperanza y con una pésima forma de llevar sus emociones. En el tarot, la carta de La Justicia podría representarle y se podría decir que las espadas han invadido a las copas. Cada contacto, cada palabra y gesto que realiza es medido y contabilizado subconscientemente quizás, pero siempre pensando qué se le dará a cambio de ellos. En lo profesional no es tan malo, incluso es funcional, pero en sus relaciones afectivas, es un problema pues indefectiblemente clasifica a las personas según su utilidad. Otro problema es que al igual que en el arcano de La Justicia, el equilibrio exacto es algo que simplemente no se da, sobre todo para alguien que como ella necesita mucho más cuidados y muestras de afecto que la mayoría. Además está en un punto de su vida demasiado estable, sólido y, de nuevo, como en el arcano número ocho, esta estabilidad se convierte en una trampa y un sedante que le hace prolongar su vida en un mundo sin nada nuevo que ofrecerle. Esto también es apreciable en su pieza, todo está pensado y diseñado para otorgarle los mimos y cuidados que tanto necesita: alfombra lujosa, una cama grande, y montones de maniquíes ocultando su soledad y representando lo vacías que se tornan las personas al considerarles objetos. Además está Marlene -que podría ser representada por la absoluta entrega de La Estrella-, quien la salva del aislamiento y le provee de todo cuidado y servicio que cruce por su mente, como una madre que la consiente y sin la necesidad de dar nada a cambio -salvo los malos tratos y humillaciones que pareciera no estar consciente de hacerle padecer. 

En este ambiente narcótico de placeres sensoriales y de soledad emocional en los que Petra vive, es que hace su aparición Karin, una muchacha joven y bella, una promesa del mundo de la moda en quien Petra podrá volcar todas sus esperanzas de un nuevo inicio y que con suerte le permitirá transitar de la pasividad y quietud de La Papisa a la fecundidad y energía de La Emperatriz. Para lograrlo, convertirá a Karin en un ser exitoso y le mimará intentando comprar su amor y dependencia sin sospechar que Karin es un ser más egoísta y calculador que ella misma -con la única posible excusa de la liviandad e inconsciencia asociadas a la juventud- y que no valora en Petra nada salvo que de ella obtiene. Entonces la alegría y fuerza de La emperatriz,  pasará a convertirse en energía destructiva en el Arcano 13 haciéndole estallar en una crisis, desde la cual juzgará lo interesadas que son todas las personas que la rodean, desde su hija a su madre. Incluso podría pensar uno que el  mayor pecado a los ojos de Petra -el que luego de sentirse utilizada más le duele- es que Karin vuelve con su marido, un hombre.

Es interesante como se utiliza lo masculino y femenino en esta obra, existen solo dos hombres y son ausentes -al igual que El Ermitaño, la clásica pareja de La Justicia. Me parece en todo caso que muy por el contrario de otorgar una visión reivindicativa de la mujer, lo que se hace es limpiar la pizarra y entregar una panorámica de las relaciones humanas y de las manipulaciones y abusos sin caer en los clichés provenientes del género. Petra se endurece luego del fracaso de su matrimonio pero los mismos defectos de su ex esposo, los encontrará en Karin y ella misma no carece de lo que criticó, especialmente en lo sexual, a su ex marido: ser tratada como un objeto y en fin, la falta de empatía que nuevamente aparece por todos lados reflejada en los maniquíes y en el artificial decorado del estudio-refugio de Petra. Esto resulta especialmente patente además, en el minuto en que Petra ha sido despojada de esperanzas: su pieza entera aparece blanca y vacía, como abandonada y sin nada ni nadie a quien aferrarse. Incluso desaparece el enorme mural que durante toda la película ha servido para espejear la autoridad e inferioridad manifiesta a través de las posiciones recíprocas de los personajes presentes en ella y las análogas de los que están en la habitación

La meticulosa teatralidad de Fassbinder se nota en cada esfera de esta película: los esclarecedores diálogos, los numerosos objetos escenográficos que siempre van mutando,  las conmovedoras actuaciones y los precisos y en ocasiones forzados gestos y movimientos en el espacio de cada una de las actrices, espléndidamente coreografiados y tan sutilmente pensados que en ningún momento quiebran lo verosímil de la pieza y que al contrario la colman de belleza y expresividad. Es que todo está tan perfectamente calculado y ensayado que resulta sorprendente la fluidez que logra Fassbinder teniendo en cuenta los numerosos y manieristas recursos de cámara que utiliza: constantes cambios de plano, potentes zoom, picados, primeros planos, etcétera… aunque por supuesto en ocasiones mantiene la cámara estática pero solo por el tiempo justo para considerar los colores circundantes y los elementos del vestuarios como certeras analogías de las emociones y relaciones de dependencia que se dan entre los personajes, en especial los picados.

En fin, es una película de tremenda belleza que muestra descarnadamente los juegos de poder latentes en todas las relaciones afectivas, tanto familiares y amistosas como de pareja y que en personas quizás menos frágiles que Petra pueden causar la misma sensación de claustrofobia y angustia que permanece flotando durante toda la obra y que sin duda acompañarán a quien la vea mucho después de que esta concluya.

martes, 25 de noviembre de 2008

Gm                                                              F#                       Bb

Remember when you were young, you shone like the sun.
Eb      Eb/D   Cm Bb/F   F    F/A-G  F             D/ F#

Shine on you cra-zy diamond.

Gm                                                             F#                      Bb

Now there's a look in your eyes, like black holes in the sky.
Eb      Eb/D   Cm   Bb/F         F    F/A-G  F             D/ F#

Shine on you crazy diamond.


Gm                                                          F#  
You were caught in the cross fire of childhood and stardom.
Bb                     C
Blown on the steel breeze.
Eb                                     C7/E
Come on you target for faraway laughter.
Bb                                             F                 D                    Gm
Come on you stranger, you legend, you martyr, and shine!

sábado, 22 de noviembre de 2008

Ensayo en torno a la Música y el Arte Sonoro

Como planteé en mi disertación, existen numerosos eventos y autores que realizan aportes significativos y decisivos a la hora de pensar y entender el fenómeno musical. Algunos desde la música misma y otros desde movimientos artísticos afines como el arte conceptual y las prácticas de performance. Lo que me llama la atención es cómo o porqué estas importantes consideraciones no llegan a ser asimiladas por lo que la academia pregona y perpetúa como música de arte.

 Si bien es cierto que muchas de estos aportes han llegado a ser fundamentales en cuanto a la incorporación de elementos al discurso sonoro -sea por nuevas sintaxis, poéticas que plantean paradigmas alternos (como el dodecafonismo en contraste con la dialéctica tensión-reposo de la música tonal) o por la aceptación de nuevas fuentes sonoras como maquinarias, sintetizadores, ordenadores, sonidos ambientales, cotidianos, etcétera- existen otras convenciones que fueron puestas en evidencia en cuanto a su arbitrariedad y la poca conciencia que pareciera existir en la práctica de muchas de ellas, como son la mayoría de elementos que rodean a la música como un evento emergente, que no tuvieron tan buena acogida. Me refiero a las temáticas de la interpretación, improvisación, comunicación escénica y en fín a la presencia concreta de la música en los espacios que habitamos.

 Me llama poderosamente la atención también que estas especies de “críticas” al modelo tradicional de entender la música y otras artes se hayan dado en un momento histórico de convulsión que de algún modo pareciera no estar tan distante de lo que nos toca vivir hoy en día; es más, creo entrever que existe un problema con eso de cuestionar las convenciones, de llamar a la conciencia las conductas inconscientes que hoy en día dejan a la música en un estado de al menos parcial perplejidad en cuanto a su propia identidad y quehacer.

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Primero que todo, se me ocurre que cualquier sistema de significación (no pretendo cuestionar si la música lo es o no) requiere de varias convenciones que uno debe asumir consciente o inconscientemente si quiere participar de él. Estas convenciones son justamente las que permiten que uno pueda entender duraciones y alturas en una escritura que también podría ser subentendida o malinterpretada como un simple dibujo. Así mismo a la hora de presenciar una interpretación musical uno, consiente o no de ello, jerarquiza entre los sonidos del paisaje sonoro porque subentiende lo que “se debe” escuchar o a qué se le debe prestar atención, ignorando o al menos intentando no considerar cualquier evento audible ajeno a la presentación como bostezos, ruidos de locomoción y conversaciones. Estas y otras convenciones que, al menos tácitamente, aceptamos a la hora de aproximarnos a la música, son las que permiten que este acercamiento resulte fructífero al menos en un nivel vivencial de simple auditor y, en el mejor de los casos para un testigo educado, incluso permiten el diálogo con la obra escuchada y su posterior relación o ubicación en el contexto que nos da la tradición y la historia de las prácticas musicales que cada uno conozca.

Entonces cuando se ponen en escena problemáticas acerca de la autoría de la obra musical, de los elementos que se pueden incorporar en un discurso sonoro, de la representación y de la interpretación de piezas musicales, lo que se está haciendo por un lado es ampliar enormemente los conceptos que la tradición permite y que las academias reproducen, pero por otro lado se está llamando a consideración el rol que juegan los paradigmas a la hora de definir nuestra realidad, ya sea en el ámbito estético de formas artísticas o en general con respecto a toda la sociedad. Quiero decir que los paradigmas tienen por definición puntos ciegos y llamar a los partícipes de dichos paradigmas a considerarles es necesario y útil pero es a la vez una tarea inacabable también por definición, ya que llegado un punto de avance en la reflexión sobre algunas convenciones, muchas de las soluciones que se ensayan para salvar estos impases se tornan nuevamente clichés y conllevan sus propias convenciones que a su debido tiempo también habrán de ser develados. Además y por lo mismo, estas críticas y su deficiente incorporación en las prácticas musicales pueden redundar en consecuencias no tan benignas para la continuidad de formas artísticas que al no saber como reaccionar optan muchas veces por simplemente obviar o ignorar estas discusiones resultando en la parcelación o división en no tan pequeños feudos que, con todo derecho, estudian y purifican el cultivo del  género de su elección y sin más se olvidan de todo lo ajeno a dichos mundos. Sin ir más lejos, en nuestra sociedad existen múltiples relaciones entre formatos de plano anacrónicos (al menos en términos históricos, quizás menos en vigencia, como la ópera o la música de cámara y muchos otros) y sectores privilegiados de la sociedad que ejercen sus posibilidades y que fomentan y validan estas formas musicales por sobre otras más actuales, aunque no por ello necesariamente más válidas.

 Dentro de la música y la academia también existe un cierto nivel de desactualización desde el punto de vista de los instructores, que también tiene que ver con la dificultad de reconciliar la tradición que cuenta con modos probados y comprobados de transmitirse y con las nuevas corrientes que no vienen necesariamente con silabarios adjuntos y que, aunque no pretendan  contradecir a la tradición, al menos problematizan la predominancia y jerarquía en la transmisión de estos modelos validados en el tiempo en desmedro de otros más actuales.

Todo esto tampoco creo que se deba o que sea culpa, por decirlo de algún modo, de los “visionarios” capaces de ir más allá (o más atrás) de las prácticas que para otros resultan cotidianas y dadas y que logran articular no solo divagaciones y especulaciones en torno a las prácticas, si no que, con el tiempo y a través de múltiples ensayos, van dotándose de un vocabulario y una poética desde las cuales se intuyen vías por las cuales, al menos preliminarmente, acercarse a la música como un fenómeno más global. Esto en muchos casos trae como consecuencia que sus modos de acercarse a lo sonoro limitan o trascienden los senderos que los cultores tradicionales de la música son capaces de asimilar en sus vidas, quienes  terminan simplemente calificándoles como un otro y posteriormente ignorándoles.

Para concluir quisiera ensayar una relación que me parece vislumbrar y que espero no parezca demasiado forzada. Alguna vez leí que en el proceso de terapia sicológica, en la línea del sicoanálisis, el terapeuta muchas veces nota que el paciente desconoce aspectos clave de su conducta, y que como estos aspectos permanecen en la sombra de lo subconsciente, resulta especialmente conflictivo e inclusive infructuoso tratar de hacer que de golpe y solo por que sea informado de ello, el paciente asuma como propias dichas conductas y sobretodo las causas de estas. Es más, si se le hacen saber estas conductas al paciente sin una preparación o un proceso de acercamiento previo, el paciente simplemente no estará capacitado para reconocer como propias estas conductas y terminará por negarlas, con lo cual se genera una fisura en su integridad síquica, una suerte de dualidad. Pues bien, al parecer los lenguajes musicales no son tan distintos y dentro de la plasticidad que suponen, a la vez tienen un cierto nivel de rigidez que les permiten mantener coherencia o continuidad y que a la vez, limita su capacidad de asimilar nuevas conductas. Entonces luego de que artistas dentro y fuera del ámbito de la música pusieran en evidencia estas convenciones que arbitrariamente se asumen como preexistentes o necesarias, resulta una tarea tan difícil para los receptores de estas críticas el encontrar poéticas que logren incluir consideraciones tan amplias y que hacen referencia a tantas esferas del quehacer musical, que resulta al menos comprensible la perplejidad que ronda el ambiente y que redunda en que muchas de las experiencias ensayadas con posterioridad a estos movimientos, solo abarcan parcialmente las convenciones puestas en tela de juicio; y también que explica porque muchos de los interesados por esta tarea optan por intentar aprehenderlas desde una perspectiva más amplia o quizás menos comprometida con lenguajes tan cargados históricamente como los músicos de formación académica y optan entonces por el Arte Sonoro. Es que la música con la emergencia de estos discursos, asume una fisura en el dominio que le atañe y quizás artistas ligados a las artes visuales y el arte conceptual sean los mejor preparados para asumir esta tarea.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

se canta lo que se pierde. dice:
deberiamos aprender a tocar algun instrumento
se canta lo que se pierde. dice:
eso siempre ayuda con las minas
árbolo dice:
puta estoy chato de los weones que tocan en los carretes...
árbolo dice:
tocan y tocan y tocan
árbolo dice:
así a qué hora se acerca uno a conversarle a la muchacha de su elección?
árbolo dice:
aparte cantan siempre las mismas
árbolo dice:
y todos terminan cantando o haciendo como que se la saben xq como son siempre las mismas igual las cachan y si no las cachan se sienten culpables xq todos las cachan
árbolo dice:
y típico que te pasan la guitarra
árbolo dice:
"tócate una tú po"
se canta lo que se pierde. dice:
jajaja
árbolo dice:
y si uno no toca es mala onda
árbolo dice:
puta no me sé ninguna po!
árbolo dice:
y si me la supiera nadie la cacharía
árbolo dice:
y todos dirían que es mala o aburrida o se pondrían a hablar
árbolo dice:
y uno tendría q hacer un ridículo y disimulado fade out
se canta lo que se pierde. dice:
jajaja
árbolo dice:
y pasarsela al pastel que si se sabe mil canciones y que monopoliza toda la atención y admiración de las nenas
árbolo dice:
que ponen todas las mismas caras de "uy que es bacán él, se sabe mil canciones"
árbolo dice:
ahora yo me pregunto, de qué sirve eso en una relación?
árbolo dice:
o en la vida?
árbolo dice:
a menos que tú vida sea tocar en las micros
árbolo dice:
y tú novia te acompañe y pida las monedas mientras haces la parte "instrumental" con los créditos:
árbolo dice:
"señores pasajeros... desperdicié mi juventud preparandome para mil fiestas iguales entre sí...
árbolo dice:
en las que toqué y toqué sin parar, hasta que todos estaban cansados y se iban a acostar...
árbolo dice:
"y yo me quedaba anotando cuales fueron las exitosas y las rechazadas...
árbolo dice:
"ahora les traigo a ustedes los greatest hits de mi juventud
árbolo dice:
"q al igual que la vuestra es ahora pasada 
árbolo dice:
" y que lo único que me dejó fue este humilde oficio"
árbolo dice:
y luego te bajas y repites
árbolo dice:
igual que todos los fines de semana cuando eras joven y reinabas en las fiestas
árbolo dice:
fin
se canta lo que se pierde. dice:
jajajaja
se canta lo que se pierde. dice:
bueno
se canta lo que se pierde. dice:
si hay una niña que te apaña en eso
se canta lo que se pierde. dice:
no puede estar tan mal
árbolo dice:
o sea,  debenhaber cosas peores...