jueves, 27 de noviembre de 2008

“Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” de Rainer Werner Fassbinder

Petra es una mujer adulta que ha alcanzado el éxito profesional y que por ello ha fracasado en su matrimonio, dejándole sin demasiada esperanza y con una pésima forma de llevar sus emociones. En el tarot, la carta de La Justicia podría representarle y se podría decir que las espadas han invadido a las copas. Cada contacto, cada palabra y gesto que realiza es medido y contabilizado subconscientemente quizás, pero siempre pensando qué se le dará a cambio de ellos. En lo profesional no es tan malo, incluso es funcional, pero en sus relaciones afectivas, es un problema pues indefectiblemente clasifica a las personas según su utilidad. Otro problema es que al igual que en el arcano de La Justicia, el equilibrio exacto es algo que simplemente no se da, sobre todo para alguien que como ella necesita mucho más cuidados y muestras de afecto que la mayoría. Además está en un punto de su vida demasiado estable, sólido y, de nuevo, como en el arcano número ocho, esta estabilidad se convierte en una trampa y un sedante que le hace prolongar su vida en un mundo sin nada nuevo que ofrecerle. Esto también es apreciable en su pieza, todo está pensado y diseñado para otorgarle los mimos y cuidados que tanto necesita: alfombra lujosa, una cama grande, y montones de maniquíes ocultando su soledad y representando lo vacías que se tornan las personas al considerarles objetos. Además está Marlene -que podría ser representada por la absoluta entrega de La Estrella-, quien la salva del aislamiento y le provee de todo cuidado y servicio que cruce por su mente, como una madre que la consiente y sin la necesidad de dar nada a cambio -salvo los malos tratos y humillaciones que pareciera no estar consciente de hacerle padecer. 

En este ambiente narcótico de placeres sensoriales y de soledad emocional en los que Petra vive, es que hace su aparición Karin, una muchacha joven y bella, una promesa del mundo de la moda en quien Petra podrá volcar todas sus esperanzas de un nuevo inicio y que con suerte le permitirá transitar de la pasividad y quietud de La Papisa a la fecundidad y energía de La Emperatriz. Para lograrlo, convertirá a Karin en un ser exitoso y le mimará intentando comprar su amor y dependencia sin sospechar que Karin es un ser más egoísta y calculador que ella misma -con la única posible excusa de la liviandad e inconsciencia asociadas a la juventud- y que no valora en Petra nada salvo que de ella obtiene. Entonces la alegría y fuerza de La emperatriz,  pasará a convertirse en energía destructiva en el Arcano 13 haciéndole estallar en una crisis, desde la cual juzgará lo interesadas que son todas las personas que la rodean, desde su hija a su madre. Incluso podría pensar uno que el  mayor pecado a los ojos de Petra -el que luego de sentirse utilizada más le duele- es que Karin vuelve con su marido, un hombre.

Es interesante como se utiliza lo masculino y femenino en esta obra, existen solo dos hombres y son ausentes -al igual que El Ermitaño, la clásica pareja de La Justicia. Me parece en todo caso que muy por el contrario de otorgar una visión reivindicativa de la mujer, lo que se hace es limpiar la pizarra y entregar una panorámica de las relaciones humanas y de las manipulaciones y abusos sin caer en los clichés provenientes del género. Petra se endurece luego del fracaso de su matrimonio pero los mismos defectos de su ex esposo, los encontrará en Karin y ella misma no carece de lo que criticó, especialmente en lo sexual, a su ex marido: ser tratada como un objeto y en fin, la falta de empatía que nuevamente aparece por todos lados reflejada en los maniquíes y en el artificial decorado del estudio-refugio de Petra. Esto resulta especialmente patente además, en el minuto en que Petra ha sido despojada de esperanzas: su pieza entera aparece blanca y vacía, como abandonada y sin nada ni nadie a quien aferrarse. Incluso desaparece el enorme mural que durante toda la película ha servido para espejear la autoridad e inferioridad manifiesta a través de las posiciones recíprocas de los personajes presentes en ella y las análogas de los que están en la habitación

La meticulosa teatralidad de Fassbinder se nota en cada esfera de esta película: los esclarecedores diálogos, los numerosos objetos escenográficos que siempre van mutando,  las conmovedoras actuaciones y los precisos y en ocasiones forzados gestos y movimientos en el espacio de cada una de las actrices, espléndidamente coreografiados y tan sutilmente pensados que en ningún momento quiebran lo verosímil de la pieza y que al contrario la colman de belleza y expresividad. Es que todo está tan perfectamente calculado y ensayado que resulta sorprendente la fluidez que logra Fassbinder teniendo en cuenta los numerosos y manieristas recursos de cámara que utiliza: constantes cambios de plano, potentes zoom, picados, primeros planos, etcétera… aunque por supuesto en ocasiones mantiene la cámara estática pero solo por el tiempo justo para considerar los colores circundantes y los elementos del vestuarios como certeras analogías de las emociones y relaciones de dependencia que se dan entre los personajes, en especial los picados.

En fin, es una película de tremenda belleza que muestra descarnadamente los juegos de poder latentes en todas las relaciones afectivas, tanto familiares y amistosas como de pareja y que en personas quizás menos frágiles que Petra pueden causar la misma sensación de claustrofobia y angustia que permanece flotando durante toda la obra y que sin duda acompañarán a quien la vea mucho después de que esta concluya.

1 comentario:

Vincent Vega Jr. dijo...

una escena que me quedó dando vueltas es cuando Petra toma a Marlene y baila brevemente un tema que sonaba en el tocadiscos...me dio la impresion de un maniquí humano tomado a voluntad para saciar la sed de compañía de Petra.
Interesante película, cuidada, meticulosa, angustiante.

Nos vemos en diplocine.