lunes, 20 de octubre de 2008

Las tardes junto a la ventana,
el sol vestía sus cuerpos,
las prendas mezcladas ,
el espejo empañado.
No se atreve a abrir los ojos
y descubrir los suyos abiertos
perdidos en el horizonte.
La mirada y la memoria  
los rayos se llevan de a poco.

Exhalan los segundos,
se cuelan bajo la puerta,
"ninguna razón para perseguirlos"
dice ella.
Ninguna réplica de su boca.

"YA", se viste y se levanta.
Alcanza los cigarros,
el fuego en el borde
ya asume la caída.
Extiende el brazo cuanto puede,
resuena la puerta en todo el piso,
se quiebra.    

Pasan los minutos,
el humo flota,
se torna naranja.
La distancia crece,
el sol viste su cuerpo,
y el sonido de palabras
que nunca fueron dichas.


1 comentario:

Tristancio dijo...

Interesante triángulo... dos amantes y el sol. El problema es que, a veces, el sol (siempre el tercero en disputa) es el que gana. Quizá, porque es el amante más fiel...

Saludos.-